El bar estaba a reventar, afuera la gente se fundía en un mar de personitas queriendo obtener una mesa o al menos entrar. La fría noche les invitaba a buscar refugio en un lugar calientito y con buena música.
Por azares del destino, ese invernal viernes mis 3 acompañantes y yo terminamos compartiendo mesa con 3 desconocidos; entre ellos una pareja de novios. La mesa vecina estaba llena de chicos extremadamente guapos así que después de un rato comenzamos a platicar y a con...beber (ya saben como es eso).
Todos estábamos conversando y con...bebiendo juntos en armonía, cuando de la nada, al final de mi mesa escuchamos un rotundo:
Por un segundo todo se congeló.
La mesera se quedó plantada en su lugar, mis amigos se inmovilizaron, uno del grupo de los guapos se quedó con el cigarro a medio camino y yo con mi Vodka apenas rozando mis labios. En la mesa se hizo un silencio sepulcral que contrastaba con "Rock you like a hurricane" que tocaba la banda en ese momento.
Como resortes y con la velocidad de la luz, todos volvimos la cabeza hacia la "adorable" parejita al momento que iniciaba el show. Por la expresión facial de la chica, me di cuenta de que la cosa esta por ponerse interesante y entonces lo supe: era el principio del fin.
Nuestro Romeo en cuestión, comenzó a clamar su enorme y profundo amor por ella, casi al borde las lágrimas y a reclamar que su atención debía ser dirigida únicamente a él.
El muy "conmovedor" monólogo duró por casi 10minutos, con el hombrecito gesticulando cual comediante amateur en un escenario. El chico guapo del cigarro y yo nos sentamos muy lentamente, sin hacer ruidito alguno (como si el ruido de la banda no fuera suficiente) observando tremendo reality show.
La chica en cuestión levantó la ceja derecha, esbozó media sonrisa y justo en ese instante comenzó a sonar "Highway to hell" (do I need to say more?). La canción perfecta para tan tremendo y a la vez pacífico final.
Cuando al fin nuestro trágico héroe se tomó un segundo para respirar, la fémina (para algunos heroína, para otros villana) tomó su bolso, le dirigió una sonrisa airada y se abrió paso entre la multitud en dirección a la salida, mientras se colocaba la chaqueta. Romeo hundido en su perplejidad que se reflejaba en su rostro; no supo que hacer. Entonces, se volvió hacia nosotros y dijo:
- ¿Entonces?- miraba la salida del bar y regresaba a nosotros; que hasta ese momento no nos habíamos movido ni un milímetro.
Lo observábamos con los codos sobre la mesa y la barbilla entre las manos, como moquitos viendo Chabelo un domingo por la mañana. Soltamos un suspiro colectivo, movimos la cabeza y le invitamos un par de cervezas.
MORALEJA: No te las des de héroe trágico en tu primera cita. Sobre todo si desde el primer reclamo la única respuesta que obtienes es una ceja levantada y una sonrisa sardónica.
¡He dicho!