"¡Nunca... nunca... nunca trabajaré como maestra!"
Eso fue lo que me prometí a mi misma y a uno de mis profesores en la universidad hace bastantes lunas atrás. Ahora, pregúntenme cual es mi empleo... ¡Si! ¡Exactamente! ¡Soy profesora de inglés!
No es que me disguste mi empleo actual, por el contrario es bastante tranquilo... una vez que dejo el salón de clases (jeje), se trata simplemente de que no es exactamente lo que yo había imaginado que sería mi vida cuando estaba en la universidad.
En alguna ocasión, también cometí el tremendo error de decir: "Nunca... nunca... nunca regresaré a trabajar en el ramo hotelero" y ... ¡¡Zaz!! Ahí merito fue dónde acabé. No sé que estaba pensando con exactitud cuando acepté ese empleo, pero ¡uy! aprendí mi lección... o ¿no?
Hace unas semanas me reuní con mi equipo creativo y las musas personales de este blog, A.K.A. mis mejores amigas y la plática nos fue llevando justamente a este tema: los nunca... nunca.
Por que, aceptémoslo; todos tenemos nuestros "Nunca... nunca..." y si bien, la mayoría de las ocasiones aprendemos la lección; algunas otras nos cuesta un poquito entenderlas, digerirlas e incluso aceptarlas. Algunos "nunca" no son extremadamente graves; pero todos y escribo esto con la más firme convicción, todos nos cambian la vida en menor o mayor medida.
Y es que durante mi corta estancia en mi empleo como operadora en un hotel, tuve la oportunidad de crear nuevas amistades, mismas que de no haber aceptado ese empleo en particular no habrían llegado a mi vida.
Con esto en mente, les pregunté a mis musas cual es su "Nunca.. nunca" más grande. Una de ellas, me dijo:
"¿Recuerdan que les dije que no quería tener hijos? Bueno, pues van a ser tías."
Y con esa sencilla frase, nos cambió la vida a las otras dos. Ahora me paso la vida, pensando en que cosas voy a comprarle al pequeñín. Está por demás mencionar, que si la noticia sacudió mi mundo, imagínense como está mi amiga.
Mi otra amiga comentó: "Yo dije que nunca regresaría a Mérida y hasta la fecha lo he cumplido". Si bien, su "nunca" no es extremadamente grave, para ella en particular es un factor decisivo y lo entiendo a la perfección (también fue uno de mis "nunca").
Mientras terminábamos nuestros tragos, sin alcohol por obvias razones y la mesa se llenaba de un extenuante silencio que fue interrumpido por nuestro mesero en turno, llegué a la conclusión de que si nuestros "nunca" nos van a alcanzar de cualquier modo, entonces ¿Qué porqué no aventarme uno mas?
Así que aquí va:
"Nunca... nunca... nunca quiero tener un novio guapo, de espalda ancha, con buen empleo y que sea un caballero."
Digo... a ver si me pasa como con lo de ser maestra.