The Capuccino Girl

The Capuccino Girl

lunes, 22 de abril de 2013

Y si de aventuras se trata...

  "Me muero de ganas por irme a la guerra con Papá y aquí me tenéis, en casa, haciendo punto." Esa es la frase que me se me quedo en la mente y en el alma, grabadita como en piedra para siempre jamás. ¿Alguien sabe de que libro he tomado esta frasesita? Se trata de Mujercitas, mi libro favorito (por decirlo de algún modo, porque en mi lista de libros leídos no puedo decidirme por uno en especial).
 
 
  No es que yo quiera irme a la guerra, ni nada de eso (soy una cobardica de lo peor cuando de peleas se trata =/), pero desde que tengo memoria siempre quise ser una de esas personas que tienen aventuras por todos lados, con una vida pepetuamente interesante, entrando y saliendo de situaciones que a ningún ser común podrían sucederle menos buscarlas por iniciativa propia.
 
  Si alguien ha leído Mujercitas, entonces adivinará que mi personaje preferido es Jo. Jo, la irrefrenable, simpática, extremadamente sincera y por siempre inquieta Jo. Siempre buscando aventuras nuevas, venciendo sus temores y conquistando corazones. Y es que la frase, se refiere a eso, a buscar aventuras, a ser diferente, hacer algo distinto, aplacar la inquietud de nuestras almas traviesas. Entonces escuché: Que si fulanito sólo se dedica a trabajar, que si perenganita está aburrida de hacer siempre lo mismo se trataba de la conversación de dos personas que iban sentadas delante de mi en el autobús.. Entiendo que la mayoría de las veces nuestras expectativas sobre la vida cuando somos niños tenemos que relegarlas a un rincón de nuestra mente cuando somos adultos (¡ay! ¡acabo de dar el viejazo!), ¿pero es eso sano? Si hubieran visto los rostros de esas personas, completamente sin vida, sin chispa, sin alegría, se hubieran preocupado, igual que yo. Incluso me daban ganas de contarles chistes para que se rieran un rato y miren que soy muy mala contando chistes.
 
 Esto me vino a la mente, cuando iba de camino a mi casa y dos personas iban quejándose de lo aburrida que es su vida.
 
 
 
  Recuerdo que cuando era pequeña y mientras mi mamá lavaba la ropa, me gustaba jugar a ser pirata, cruzar océanos en mi enorme barco (una tinita chiquita, que ni a lancha llegaba, pero ustedes captan la idea) con mi fiel tripulación a bordo y mi periquito o lo que sea que tengan los piratas como mascota. Ahhh pero eso si, nada de parche en el ojo; si iba a ser Pirata iba conservar el glamour y mis dos ojitos, ¡como que no! y de la pata de palo ni hablamos. Otras veces imaginaba que era una arqueóloga, abriéndome paso entre la maleza de la selva (o sea tirando las plantas del jardín), enfrentándome a los mosquitos y serpientes, encontrando civilizaciones por siglos perdidas, tesoros que la humanidad nunca imaginó, haciendo descubrimientos que me garantizarían una estatua en mi honor (sencillita la niña, eh). En fin, en mi cabeza me hacía mil y un historias y podía realmente ver todos los escenarios: épicas batallas en el mar, defendiendo castillos con mi propio ejército (muy Señor de los Anillos, sin la sangre ni la muerte, vamos, que era una peque), acampando en la selva o el desierto e incluso viajando en el tiempo.
 

 
 Nunca, jamás soñé con ser una princesa, asistir a bailes de gala, nada de madrastras, ni de príncipes ni azules ni verdes ni nada, cero coronas y en lo más elegante que me imaginaba que iba a usar era mi traje de Pirata; no, lo mío era la acción. Mientras me acordaba de todo esto, la pareja en cuestión se bajó del autobús con las mismas caras grises y largas con las que lo habían abordado. Entonces me di cuenta de una pequeña cosita: ¡Si tengo aventuras! Probablemente no soy Pirata, ni arqueologa, ni viajo en el tiempo, ni defiendo castillos, pero de que tengo aventuras, tengo aventuras.
 
  He tenido que hacerla de Sherlock para develar una muerte durante un viaje, el viaje más bizarro hasta ahora. Conviví con modelos profesionales, si, desnuditos y todo, salvar la boda de la mejor amiga de una amiga, guardar secretos inconfesables, fingir estar a punto de casarme, ser investigadora privada, y muchas cosas más. Ahora que estoy consciente de ello, he decidido buscar más aventuritas, como saltar del bungee, escalar una montaña, enamorarme... que sé yo, cualquier locura que se me ocurra.
 
 
  Si, a veces suena aterrador, pero eso es lo bonito, sentir la adrenalina en las venas y sonreír. Siempre sonreír. Por lo mientras, terminaré mi  capuccino y les deseo !FELICES AVENTURAS!
 

martes, 2 de abril de 2013

Un cascabelito; por favor.

  Ahí estaba yo... paradita delante de la pantalla de cristal, con la Cascabel meneando su colita "mesuradamente", mi amiga a mi lado, el niñito delante de nosotras haciendo preguna tras pregunta a nuestra guía en el museo, mientras su servidora encontraba la inspiración necesaria para esta publicación.
 
  De repente, mientras miraba con atención los ojos de la viborita, me dí cuenta lo fácil que sería la vida si todos trajeramos un cascabelito incluido; aunque no precisamente en la "colita" (¿se imaginan? ¡que curioso!) , como este animalito. Porque, ¿quién no se ha encontrado en esta vida a ese tipo de personas estresadas por todo, con mala vibra, quejumbrosas o simplemente a la defensiva cada minuto de cada día de cada mes de cada... bueno, ustedes entienden, no?
 
 
  Según la guía del museo, estos curiosos animalitos, hacen sonar su cascabel como un aviso de inminente peligro, para indicar que nuestra presencia no es bienvenida, que están molestos; vamos, es como decir "no me agradas, ¡back off!" o "me estas fastidiando, humano. Lárgate antes que me den ganas de darte un "beso" y termines en el hospital... si bien te va".
 
 
  Con esto en mente, ¿no sería genial que nosotros también contaramos con ese "cascabelito"? Y lo digo porque, si bien, algunos de nosotros somos los suficientemente inteligentes para decir que nos están molestando y que deben parar; existen otras personas que no tienen esa capacidad (ya sea por flojera, por que no saben "how" o por que su evolución no es tanta) causándonos al resto unas escenitassss; que bueno, ni televisa y sus culebrones.
 
  De este modo sería todo más sencillo. Imaginemos la escena: Vamos caminando muy tranquilos, sonriendo y tarareando una canción, contentos con la vida, cerrandole el ojo al galán que pasa junto a nosotras o a esa chica con linda sonrisa (digo, depende del caso; ¿verdad?).... si también a los 2 que pasaron despúes . El sol brillando en lo alto, el viento cálido de la primavera en nuestro rostro y los pajaritos cantando.... Ahhhh... Entonces nos encontramos a: un amigo o amiga, prim@, compañer@ de trabajo, vecin@ o hasta el Papa. El chiste es que nos encontramos a algún conocido y como somos personas educadas nos acercamos a saludar; en ese instante, la otra persona saca del bolso, mochila, bosa del pantalón (de dónde quieran, pues) su pequeño pero potente... CASCABEL y lo hace sonar.
 
 
  ¡Es todo! Inmediatamente sabemos que no se puede entablar una conversación con dicha personita. Asentimos, sonreímos y seguimos de largo. ¡DRAMA EVITADO! ¡Cool! Cero confrontación, cero pelea, cero contestaciones groseras; todo gracias al simple cascabelito.
 
 
  Así, seguimos nuestro camino; guiñándole el ojo a cuanto galán o galana se nos presente, muy contentos o como la viborita del museo... le enseñamos la lengüita.