Al día siguiente me encontré con una anéctoda que me hizo pensar en mi amiga y su explosivo exnovio.
Les cuento. Un profesor llega a su clase con una botella con agua en una mano y una de refresco en la otra. En seguida se dispone a agitar ambas botellas como poseso; después de unos minutos se detuvo y abrió la botella con agua. La miró e inmediatamente miró a sus alumnnos, quienes lo observaban asombrados por tan extraño comportamiento. El profesor se dió la vuelta y comenzó a abrir la botella de refresco. En ese preciso instante, todos sus alumnos soltaron un sonoro y preocupado ¡NO! El profesor miró a sus alumnos y sonrió.
"Todos deberíamos ser como la botella con agua. No los lastimó, no los empapó." dijo el hombre.
Me hizo ruido. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con personas que no simplemente tienen un genio tremendo, sino que explotan, implotan y arrasan con todo y todos lo que estén en un radio de unohastanosécuantosmetros? Y no sólo eso, sino que para rematar nos hacen sentir a los demás como los culpables, los malos malísimos de la historia, los manipuladores... y todo sin haber movido un dedo o dicho una palabra.
En realidad la anéctoda anterior, tiene que ver con el control de emociones. Usualmente cuando estamos molestos, esos sentimientos de malestar y enojo se acumulan y bullen en nuestro interior en busca de una chispa, una excusa que aún por más pequeñita que sea permite que todo eso explote y claro, todos quisieramos que cualquier otra persona tenga la culpa y no nosotros. Sencillo, ¿no? Pero lo que es sencillo no siempre es fácil. Especialmente cuando se trata de un hábito más que constante, que lastima por el mero hecho de querer lastimar y minimizar al otro llegando al extremo de deshumanizarlo y cosificarlo; ese consabido "si yo no soy feliz, tampoco lo serán los demás", humillar hasta la pareja o la familia.
Sé que no es nada fácil, pero lo mejor es no engancharse con este tipo de personas. Los psicólogos recomiendan estar conscientes de que uno es responsable de sus elecciones y sus sentimientos, no lo demás, por lo tanto no deben ni debemos cargar con los "issues" de la otra persona, por mucho amor que le tengamos. ¿Mi consejo? Estar atent@s. Si nos percatamos de que la persona literalmente detesta nuestra presencia, nuestra forma de pensar y todo aquello que nos hace ser como somos, nos agrede (verbal, física o mentalmente), e incluso su relación familiar es decadente y basada en que las cosas están mal en su vida por culpa de la familia y/o amigos, conocidos, pareja, etc. y explota humillando, gritando, denigrando, sin importarle quien esté en frente...¡Cuidado!
Alejénse a la voz de ¡Ya! Podemos sugerir que busquen ayuda profesional (un psicólogo, es una buena idea), pero si se niegan; no lo tomen personal. Debe salir de la persona en cuestión darse cuenta de que tiene un problema que aleja y alejará a sus seres queridos mientras no busque una forma de lidiar con ello constructivamente.
Regresando a la anécdota, me di cuenta de que mi desayuno estaba completame frío, me había quedado con el tenedor a escasos centímentros de mis labios y tenia una mirada de embobada, ¡que Dios guarde la hora! Mi amiga se rió y me dió una palmadita en la espalda. Entonces dije: "¡Yo quiero ser como la botella de agua!".
Acto seguido, continué desayunando, aunque ya todo el platillo estaba frío y la familia de la mesa de al lado nos miraba con curiosidad, pues habían escuchado toda la conversación. Supongo que hay conversaciones para las que vale la pena "parar la oreja".
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